Hace ya tiempo que no os cuento nada y no es por falta de historias ni por falta de ganas, es sólo que no encuentro el momento así que me he dicho ¡hasta aquí ha llegado la cosa, que me encuentre el momento a mí! He cogido el teclado, mi copita de ribera y he puesto el horno a precalentar y mientras os voy a ir contando mis pensamientos, palabras, obras y omisiones, mis culpas y mis disculpas. Amén. Estaba viendo en la televisión el encendido del alumbrado de mi pueblo, mientras daba cuenta on line del anís y los pestiños que mi amiga de twitter alias @angela_2_ me ha mandado virtualmente. En esto que me ha entrado el arranque narrativo y me he venido a la cocina para descubrir al pasar por la puerta de entrada que mis vecin@s de al lado aún siguen con la mudanza. He entrado en shock. No es posible que se tarde una semana en despejar un piso de menos de setenta metros cuadrados. Ahora me explico que esta gente estuviera todo el santo día entrando y saliendo sin parar. Claro, tendrían que hacer turnos, es imposible estar l@s cuatro al mismo tiempo con tanto trasto. Y encima, por si esto fuera poco, se han traído a familiares y amistades para ayudarles al desalojo de esta miniatura del palacio de Buckingham. El rellano se ha convertido en un hormiguero humano donde no hay paz para los malvados ni para el resto del vecindario. Si ya era difícil pillar el ascensor un día cualquiera, estos últimos días, con este personal en continuo movimiento, es casi un milagro. De hecho he bautizado la operación como "a la caza del elevador". Calculo que lo único que ya les queda por llevarse es el gotelé, eso si no se ha caído con los portazos porque además de okupas del rellano son okupas del silencio. Cuando se van de vacaciones mi rellano parece un monasterio, qué paz, qué tranquilidad. Sólo se oye la alarma de la pija al entrar o salir y la cadena del perro del otro piso cuando sale de paseo. O sea, nada. ¿Cómo? ¿Que por qué no me he comprado una casa en el campo? pues, uno, porque no tengo pelas, y dos, porque yo no molesto a nadie. Que se la compren ell@s que son los que necesitan espacio y efecto eco. No sé adónde se mudan. Tampoco sé quién vendrá en su sustitución, sólo espero no echarlos de menos.
Y a otra cosa mariposa. Para añadir un poco de estrés a mi vida decidí hace unas semanas poner en práctica esa regla mental que dice que cada día tienes que hacer algo que te de miedo. Cerré mi puerta sin ruido, sin alarmas, sin cadenas de perro y enfilé mis pasos a la academia de inglés que han abierto al lado de mi casa. No tuve bastante con preguntar precios y horarios que, en un alarde de valentía me matriculé, pensando que con eso cubría todos los miedos de una semana entera en una sola tacada. Y el día indicado me presenté a hacer mi prueba de nivel, ahí, sin airbag, y me estrellé. Me pusieron en el nivel más bajo del universo. No pasa nada, me dije, unos buenos cimientos son garantía de solidez. Vamos que lo de aprender va a durar más que la construcción de la catedral de Burgos. Volví de nuevo el día que comenzaban las clases, tranquila, despreocupada, total el one two three ya me lo sabía, no tenía nada que temer. Y no hago más que entrar y va la rubia guiri y me habla en inglés. Pero vamos a ver, chica, ¿nadie te ha dicho que tengo el nivel más bajo?, ¿qué me voy a colgar un cartel y unas orejas de burra también? Qué mala persona la rubia, no he conseguido todavía sacarle una sola palabra en español (yo creo que no sabe, ya somos dos ignora-parlantes), pero, eso sí, cuando refunfuño en español me llama la atención diciendo, "in english". Pero hija, si yo supiera decirte esto in english no estaría aquí. Ay, qué cosas. Y ahí voy, pasito a pasito, o como ella dice, step by step. Lo que voy a tardar en darle la vuelta a la manzana.... Ahora bien, el inglés va como va, pero se me están desarrollando unas habilidades que desconocía para salir de apuros, se trata de una perfecta conjunción de memoria y lógica aplicada a velocidad de vértigo, que hasta yo lo flipo, y me permite resolver las questions de la guiri divinamente. Ella también flipa. Básicamente es lo que en mi pueblo se llama "miedo al ridículo", es el mejor estímulo mental que existe.
Por cierto, si eres de quienes gustan en sumar algo de estímulo corporal, por esto de men sana in corpore sano (toma rubia, que sé latín), ni se te ocurra hacer como yo, que no tuve otra cosa que pedirme para mi cumpleaños una pulsera de actividad, con tan mala suerte que me la regalaron. Al principio estaba muy contenta hasta que descubrí los poderes ocultos de la tecnología. Estoy convencida de que este artilugio es en verdad un viejo espía de la Kgb reducido a escombros. Me vigila constantemente proporcionando al enemigo (que soy yo misma) información sensible. Que si ando poco, que si no quemo calorías, que si duermo poco y mal. Mis pulsaciones son como una montaña rusa (¿casualidad?). Se me sube la tensión cada vez que el espía me habla.
¿Qué puedo deciros? Como siga así voy a descubrir la depresión, y no me refiero a la geográfica. Entre mi bajo nivel de inglés, mi escasa actividad física y la poca calidad de mi sueño, lo único que me faltaba era una mudanza de diez días. Si a esto le pongo un poco de música sonaría algo así:
"Los días que pasan, las luces del alba, mi alma, mi cuerpo, mi voz, no sirven de nada, porque yo sin inglés no soy nada, sin mudanza soy nada, sin pulsera soy nada"