Durante varias horas, por turnos, nos pasaban a una habitación donde la desconfianza crecía al mismo tiempo que la amabilidad de la gente que te atendía. Más amable, más mosqueo. También por turnos almorzamos y merendamos. Resultó bastante cómico intentar quitar la tapa de plástico que cubría la taza de leche, sin derramarla. Es curioso cómo en estos lugares, las comidas marcan los tiempos. Cada bandeja te dice las horas que han pasado y las que quedan por pasar. Realmente patético y patéticamente real.
¡Vámonos, la limusina está en la puerta! Llegamos de nuevo al hotel y pienso que no volveré a ver a las personas con las que he pasado la tarde. Me despido. Me encantaría veros de nuevo, mucha suerte. Adiós.
La noche parece no llegar, el reloj parado, otra bandeja, ya queda menos, quiero dormir, no puedo dormir, no quiero pensar, no dejo de pensar.....uf, me duermo al final.
Lo que sigue a continuación, tan previsto y tan imprevisto, me viene a la mente a base de flashes que, con más paciencia ajena que propia, y a base de preguntar miles de veces lo mismo, he conseguido hilar de forma más o menos coherente.
Recuerdo pensar "llegó la hora" y sentir ese pellizco en el estómago, mezcla de .... ¿de qué? Mientras mi cama se desliza rauda por pasillos llenos de gente, casi chocando con paredes, yo intento despedirme, pero no me resulta posible, todo va tan rápido... ¡Ahí va, el comité de bienvenida otra vez!; me sonríen de nuevo, me mosqueo, trato de sonreír también. Sé que voy a perder la conciencia y me gustaría saber cómo y cuándo.
No veo nada. No escucho nada. No siento nada. Tampoco me importa nada. Abro los ojos. ¿Dónde estoy? ¿qué hacemos aquí? ¿qué cubre mi boca y mi nariz? Respiro hondo y soplo. Me duermo. ¿Alguien me ha dicho algo?
Vuelvo a deslizarme por pasillos, muy rápido. Veo las caras que esperaba, a tropezones. Ahora si sonrío, sin esfuerzo. Noto que todo ha ido bien. Siento paz y sueño, mucho sueño. Un sueño blanco, sin imágenes. Me cuentan que durante mi largo levitar se acercó hasta mí una de las turistas con las que pasé la tarde anterior y me dijo, "todo ha salido muy bien", y que yo le sonreí y apreté su mano sin ser capaz de articular palabra. Y me viene esa imagen a la cabeza y me parece recordarlo, pero no lo sé. Me encantaría recordarlo y poder darle las gracias. Este gesto me confirma que aquella tarde no sólo fue especial para mí. Me gusta que esto sea así.
Ahora no hay bandejas, el tiempo no pasa. Llega otra noche, llega otra mañana. Y dejo el hotel. Terminan las cruces de mayo, todas menos la mía. Aquí sigue, erguida, aguantando la lluvia de estos días, con sus flores chuchurridas. Trato de componerla pero.... hay que cosas que no tienen apaño. No importa, tengo que seguir. Otra vez el pellizco en el estómago, mezcla de.... ¿de qué?
No veo nada. No escucho nada. No siento nada. Tampoco me importa nada. Abro los ojos. ¿Dónde estoy? ¿qué hacemos aquí? ¿qué cubre mi boca y mi nariz? Respiro hondo y soplo. Me duermo. ¿Alguien me ha dicho algo?
Vuelvo a deslizarme por pasillos, muy rápido. Veo las caras que esperaba, a tropezones. Ahora si sonrío, sin esfuerzo. Noto que todo ha ido bien. Siento paz y sueño, mucho sueño. Un sueño blanco, sin imágenes. Me cuentan que durante mi largo levitar se acercó hasta mí una de las turistas con las que pasé la tarde anterior y me dijo, "todo ha salido muy bien", y que yo le sonreí y apreté su mano sin ser capaz de articular palabra. Y me viene esa imagen a la cabeza y me parece recordarlo, pero no lo sé. Me encantaría recordarlo y poder darle las gracias. Este gesto me confirma que aquella tarde no sólo fue especial para mí. Me gusta que esto sea así.
Ahora no hay bandejas, el tiempo no pasa. Llega otra noche, llega otra mañana. Y dejo el hotel. Terminan las cruces de mayo, todas menos la mía. Aquí sigue, erguida, aguantando la lluvia de estos días, con sus flores chuchurridas. Trato de componerla pero.... hay que cosas que no tienen apaño. No importa, tengo que seguir. Otra vez el pellizco en el estómago, mezcla de.... ¿de qué?
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