Las tres cuartas partes de mi actividad son mentales. Pienso que paso demasiado tiempo pensando. Pienso que tengo que pensar menos y hacer más. Pienso que pensar tiene su tiempo, y lo tengo que encontrar.
sábado, 23 de febrero de 2013
Demasiadas nubes
Entre que el día está nublado, que el debate sobre el estado de la nación se parece mucho a una pelea de bandas juveniles en el patio de un instituto, y que los que denuncian la corrupción no buscan justicia, sino venganza, haciendo que los juzgados se conviertan en platós de telecinco, con más interés por quien entra y sale de ellos, que por lo que se cuece dentro, me ha dado por cuestionarme qué pasará cuando haya cambio de gobierno. Todo mi pensamiento ha sido un enorme interrogante que empieza y acaba así: ¿el próximo gobierno, tenga el nombre que tenga y se atribuya la ideología que sea, quitará las tasas judiciales, rebajará el IVA a una cuantía razonable, obligará a los bancos a aceptar la dación en pago en los casos de imposibilidad de abonar la hipoteca y controlará la actividad bancaria para evitar los grandes desmanes que ahora salen a la luz sin que nadie haga nada por repararlos, repondrá los derechos laborales que teníamos los trabajadores, tomará medidas efectivas para evitar la corrupción, devolverá la paga extra hurtada y los días de asuntos propios sustraídos, dará curso razonable a las solicitudes de dependencia, hará que el suministro eléctrico vuelva a ser un bien de primera necesidad en lugar de un lujo que muchos no pueden pagar, seguirá manteniendo en condiciones de dignidad los hospitales sustentados con el dinero de los que trabajamos sin gobernar, modificará el sistema de sueldos, dietas, pensiones y demás prebendas de las que actualmente gozan nuestros políticos sin merecerlas en absoluto? Podría seguir, pero estoy agotada. Cierro aquí el interrogante con el convencimiento de que, ojalá me equivoque, pero no creo que quien venga nos reponga nada de esto. El día está nublado y el futuro también.
martes, 19 de febrero de 2013
No soy minera, por suerte.
Yo, ni maldigo mi suerte, ni minera nací,
y si me ronda la muerte, de ella tengo que huir.
Si, me da envidia el dinero, y quiero el bolsillo lleno
y ser la más rica de toda Sierra Morena,
de toda Sierra Morena.
Voy al trabajo cantando porque yo se que al final
cobro mi paga currando y así yo puedo pagar,
pero al final se me gasta
y tengo que currar más.
No soy minera, ni templé mi corazón con pico y barrena
no soy minera y con cañas y buenas tapas curo mis penas,
no soy barrenera porque a mí eso me espanta
y sólo quiero el sonido de una tasca.
Compañero, éste es el peor momento para ser niño,
que entre ladrones con sueldo, corruptos y los indultos, yo
yo pierdo dinero.
Compañero, mira cómo está la cosa, hasta en el cielo
que el papa se ha despedido, cobrando su finiquito, yo
yo pierdo dinero.
y si me ronda la muerte, de ella tengo que huir.
Si, me da envidia el dinero, y quiero el bolsillo lleno
y ser la más rica de toda Sierra Morena,
de toda Sierra Morena.
Voy al trabajo cantando porque yo se que al final
cobro mi paga currando y así yo puedo pagar,
pero al final se me gasta
y tengo que currar más.
No soy minera, ni templé mi corazón con pico y barrena
no soy minera y con cañas y buenas tapas curo mis penas,
no soy barrenera porque a mí eso me espanta
y sólo quiero el sonido de una tasca.
Compañero, éste es el peor momento para ser niño,
que entre ladrones con sueldo, corruptos y los indultos, yo
yo pierdo dinero.
Compañero, mira cómo está la cosa, hasta en el cielo
que el papa se ha despedido, cobrando su finiquito, yo
yo pierdo dinero.
domingo, 17 de febrero de 2013
For Sale

domingo, 10 de febrero de 2013
Un día de película
Amanece que no es poco y aún con la voz dormida me dispongo a empezar un nuevo día. El resplandor del sol entra por la ventana indiscreta y me grita ¡abre los ojos ! La piel que habito se eriza y me avisa que el día va a ser frio. Desayuno sin diamantes pero con fresas y chocolate, y al terminar me preparo un bocadillo de jamón jamón para el camino. Arranco mi gran torino y me adentro en la marabunta de vehículos que cada día destrozan la magia de los amaneceres. Enciendo la radio para saber en qué punto se encuentra la guerra de los mundos, el real y el ideal, y compruebo que la ficción nunca consigue superar a la cruda realidad. Necesitamos una metamorfosis, así no podemos seguir. La vida se ha convertido en los juegos del hambre y la culpa es de todos, de los que hacen y de los que dejamos hacer. Mientras la radio sigue intentado amargarme el día, llego al paseo marítimo y camino un rato. A lo lejos veo un tumulto, me acerco y compruebo que son diez mujeres al borde de un ataque de nervios. Al parecer, según me cuenta otro curioso que andaba por allí, han visto una aleta de tiburón a lo lejos, mar adentro, y no se ponen de acuerdo si llamar a Jean-Claude Van Damme, a Arnold Schwarzenegger, o a Jackie Chan. Al final se deciden por las Tortugas Ninja, así que me voy rápido no sea que lleguen y me den un golpe con los luchacos. Sigo mi camino y a la altura de la iglesia oigo el repicar y me pregunto por quién doblan las campanas. Llego hasta la puerta y asomo la cabeza, pero sólo están los chicos del coro que hoy tienen, según una lista que hay pegada en el portón, cuatro bodas y un funeral. A estas horas el calor convierte la mañana en el imperio del sol. Es hora de almorzar así que me acerco al parque con mi bocadillo de jamón y busco un banco con algo de sombra. Se acercan los carnavales y las calles están animadas y repletas de superhéroes americanos, Superman, Batman..., además de princesas, Blancanieves, mosqueteros, Piratas del Caribe y un largo etcétera. La verdad es que esto parece un parque jurásico con tanto bicho. Después de hora y media la mar de entretenida sin moverme del sitio, me pongo en marcha de nuevo con la intención de hacer más kilómetros que Forrest Gump, pero los días son tan cortos que casi se convierten en los días no vividos. El sol empieza su despedida y yo me bato en retirada. Con el crepúsculo llegan los otros, esos ángeles y demonios que duermen de día y viven frenéticamente de noche, y a mí no me gusta ese mundo, es demasiado fantástico. A lo único que aspiro es a pasar una noche tranquila, sin pesadilla en Elm Street, y esperar a que amanezca un nuevo día, para volver a empezar.
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