Como estamos en época navideña me gustaría empezar con un villancico: "Los muñecos de whatsapp se dirigen al portal para demostrarle al niño su cariño y su amistad". Suficiente. Lo que yo quiero comentar sobre estos terribles muñecos es su capacidad de interpretar pensamientos, hasta el punto que podemos decir que un muñeco de whatsapp vale más que mil palabras. No domino mucho este idioma. Me pasa como con el inglés, me sé cuatro palabras y con esas lo digo todo. Igual hago con los muñecos, me apaño con cuatro: el pulgar hacia arriba, la cara con las lágrimas azules de la risa, la cara amarilla y morada desencajada con las manos en las mejillas como si hubiese visto al mismo diablo, la cara amarilla con la boca de asombro y la niña blanca y morena de pelo (como puedes elegir raza y religión...) que lo mismo te dice hola que adiós con su brazo hacia arriba, y para de contar. En contra de lo que pueda parecer, es increíble la de cosas que se pueden decir con estos cuatro muñecos. Por ejemplo, cuando recibes esos extensísimos mensajes/cadenas que lo mismo contienen un mensaje filosófico profundo de barrio, que la promesa de un premio si lo reenvías a doce personas, incluida la que te lo ha mandado, (que ya hay que ser tonto para querer recibir el mismo mensaje varias veces, o tener mala leche y obligar a la gente a que te lo envíe, aunque sea por cortesía y aunque nadie lo haya leído, pero das por saco un poquito)... Ehhh que se me va la olla. Como iba diciendo, recibes una letanía y la contestas con el pulgar hacia arriba. Es una respuesta polivalente, lo mismo puede interpretarse como.... Muy bien chiquito que se lo lea tu padre, o también, qué maravilla de mensaje me pongo ahora mismo que no tengo otra cosa que hacer a reenviarlo, o podría querer decir... Vale, tú lo has querido, te bloqueo ahora mismo que ya estoy harta de tus memeces. Lo mismo pasa con las lágrimas azules de la risa, o te estás partiendo el culo, y no vas a poner un culo ahí, que está muy feo, que lo mismo estás llorando de pena de las tonterías que tienes que leer al cabo del día (mismamente mis pensamientos), pero sin decirlo claramente, que hablar claro está muy mal visto. A nadie le interesa lo que de verdad piensas, prefieren que les sigas la corriente, aunque mentalmente les estés mandando a la porra. Mi favorita es la muñeca que saluda, sin mover una pestaña te dice buenos días, buenas tardes, buenas noches, hola, hasta luego, adiós, hasta nunca, que te parta un rayo. Para que veas lo bien que viene un icono, que te saca de más apuros que un billete de veinte euros. Y hasta aquí llega mi reflexión, comprenderéis que cuatro iconos no dan para más. Me despido hasta el año que viene, con el propósito de aumentar mi iconoléxico.
Las tres cuartas partes de mi actividad son mentales. Pienso que paso demasiado tiempo pensando. Pienso que tengo que pensar menos y hacer más. Pienso que pensar tiene su tiempo, y lo tengo que encontrar.
jueves, 31 de diciembre de 2015
Los muñecos de whatsapp
viernes, 4 de diciembre de 2015
Por más que lo veo no lo entiendo
Qué alguien me explique a qué viene tocar todas las piezas de pan que hay en el cajón del supermercado, todas, apretándolas y rompiéndoles la crujiente corteza, desfigurándolas, contaminándolas. ¿Eso provoca placer? Parece que sí por la de gente que lo hace. Es increíble. Se me quitan las ganas de comprar pan en estos sitios. Creo que deberían clasificar el pan en "recién hecho" y "recién sobeteado" y colocarles unos sensores a los panes, de manera que cuando llegues a la caja te cobren el que llevas y los que has tocado, así dejas de tocar los panes y los cojones, digo los panes de los cajones.
Y ya puesta, a ver si alguien me explica también porqué siempre, siempre, siempre, hay alguien que tiene que saltarse las lineas rojas, amarillas o verdes, que ponen en el suelo, para marcar el espacio que no puedes rebasar, hasta que llegue el momento oportuno. No sé qué clase de impulso vital obliga a estas personas a rebasar esa linea, como si con eso adelantaran algo más que el cuerpo y su mala educación. Esta mañana, por ejemplo,llego a una sala de espera, provista de un numerito que cojo en la puerta de la sala y con el que tengo que acercarme, cuando me toque, a una ventanilla donde me dan otro número y me siento a esperar a que este segundo número salga en una de las dos pantallas gigantes que hay en la sala y, en ese momento, puedo acceder a otro espacio reservado, rebasando "en ese preciso instante", la linea roja que hay marcada en el suelo para que la gente no se agolpe molestando a los que están siendo atendidos.
Pues mientras mi segundo número salía en las pantallas gigantes observé a un señor pegado a la linea roja que, cada vez que el personal se despistaba, la traspasaba, sólo un paso, no más, obligando al personal a llamarle la atención hasta en tres ocasiones. ¿Qué sentido tiene esto? Supongo que básicamente dar por culo, porque hasta que su número no saliera en la pantalla ya podía estar bailando la conga en mitad de la sala, que no iba a pasar.
La gente es muy rara, hacen cosas raras que por mucho que las vea no llego a entender.
Y ya puesta, a ver si alguien me explica también porqué siempre, siempre, siempre, hay alguien que tiene que saltarse las lineas rojas, amarillas o verdes, que ponen en el suelo, para marcar el espacio que no puedes rebasar, hasta que llegue el momento oportuno. No sé qué clase de impulso vital obliga a estas personas a rebasar esa linea, como si con eso adelantaran algo más que el cuerpo y su mala educación. Esta mañana, por ejemplo,llego a una sala de espera, provista de un numerito que cojo en la puerta de la sala y con el que tengo que acercarme, cuando me toque, a una ventanilla donde me dan otro número y me siento a esperar a que este segundo número salga en una de las dos pantallas gigantes que hay en la sala y, en ese momento, puedo acceder a otro espacio reservado, rebasando "en ese preciso instante", la linea roja que hay marcada en el suelo para que la gente no se agolpe molestando a los que están siendo atendidos.
Pues mientras mi segundo número salía en las pantallas gigantes observé a un señor pegado a la linea roja que, cada vez que el personal se despistaba, la traspasaba, sólo un paso, no más, obligando al personal a llamarle la atención hasta en tres ocasiones. ¿Qué sentido tiene esto? Supongo que básicamente dar por culo, porque hasta que su número no saliera en la pantalla ya podía estar bailando la conga en mitad de la sala, que no iba a pasar.
La gente es muy rara, hacen cosas raras que por mucho que las vea no llego a entender.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)