Las tres cuartas partes de mi actividad son mentales. Pienso que paso demasiado tiempo pensando. Pienso que tengo que pensar menos y hacer más. Pienso que pensar tiene su tiempo, y lo tengo que encontrar.
miércoles, 15 de mayo de 2013
Hay que jugar en serio
Hace unos días, mi sobrina de seis años propone jugar a policías y ladrones, con unos walkies muy chulos que tenía. Se esconde con su walkie y a mí me dan el otro para que le hable. Pulso el botón y digo: águila roja llamando a gaviota blanca, cambio y corto. Espero, pero no oigo nada. Repito: águila roja llamando a gaviota blanca. Nada, no me contesta nadie. Pues debe ser que no funcionan o que yo no sé manejarlo, pensé. Al poco rato aparece la niña con cara de enfadada y le digo ¿qué pasa, no me oyes, porqué no contestas? y alzando la ceja y los brazos me dice ¡Porque no has dicho nada que tenga sentido! Pero bueno, vamos a ver, le dije, ¿tú no has visto en las películas cuando sale un avión con problemas, que el piloto coge su walkie y dice: "aquí gorrión escayolado llamando a central, cambio y corto", y entonces la central le dice: "aquí central, díganos su posición, cambio y corto"? La niña me miró con cara de decepción, como si acabara de descubrir que tiene una tía inútil para el juego, porque no dice más que tonterías con el único objetivo de enfadarla y librarse de jugar. Suerte que con ella todo es cuestión de tiempo. Como tiene buena memoria, un día verá una película donde un avión en apuros llamará a la central pidiendo auxilio y se acordará de los walkies y del águila roja. Entonces comprenderá que eso de decir cosas sin sentido es mucho más corriente de lo que parece. Y lo peor viene cuando además de decir cosas sin sentido, las hacemos.
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