Las tres cuartas partes de mi actividad son mentales. Pienso que paso demasiado tiempo pensando. Pienso que tengo que pensar menos y hacer más. Pienso que pensar tiene su tiempo, y lo tengo que encontrar.

martes, 17 de septiembre de 2013

Correr es de cobardes

Hasta hace poco mi relación con el deporte ha sido como de amantes de poca calidad. Algún encuentro fugaz, sin compromisos ni complicaciones, sin pensar en el mañana. Un aquí te pillo, aquí te mato y adiós muy buenas. Pero hace unos meses me vi en la necesidad de ponerme en forma, por recomendación médica y porque ya iba siendo hora, digo yo. Hasta hoy he conseguido superar con éxito el irrefrenable impulso de comprar todos los artilugios de hacer gimnasia del Decathlon. Mi trabajo me ha costado. Por suerte, me conozco como si me hubiera parido y por eso me pongo las mejores trampas anti-debilidades, por ejemplo no ir a tiendas de deporte y, si no queda más remedio, ir sin cartera, ni tarjeta, ni siquiera con el carnet de identidad, no vaya a ser que éste sea suficiente para hacer una compra financiada. Oye, que el marketing comercial es cada vez más agresivo y nada más entrar en la tienda te notan en la cara que eres de esas personas convencidas de que si no haces gimnasia con un aparato, artilugio o máquina deportiva, o no vas con la equipación completa y adecuada para cada ejercicio, mejor es dejarlo, no empezar siquiera. Las cosas o se hacen bien o no se hacen ¿qué es eso de probar esto, probar lo otro....? ni que el deporte fuese una cata de vinos. Superadas, como digo, mis debilidades y poniendo en práctica mi método de la atenta observación de la realidad, compruebo que lo único que necesitas para hacer deporte son las ganas, justo lo que menos tenía y encima sin posibilidad de comprarlas por internet, (todo se andará). Y un día, como todo en la vida, empecé a hacer ejercicio. Camino cada día que puedo por esas avenidas kilométricas llenas de gente, andando y andando sin parar, que lo piensas y te dan ganas de reír porque parece que nos han dado cuerda a todos y ahí vamos, para arriba y para abajo, hasta que se acaben las pilas. Y después del trabajo que me costó decidirme, me puse a pensar en los aspectos positivos del deporte, sobre todo para no venirme abajo y dejarlo, que me conozco, y a tratar de entender de qué iba esto del deporte. Lo primero fue admitir que esto de andar o correr, ¡eso no es deporte! ¿Hay un balón? No. Pues entonces eso ni es deporte ni nada, eso, como mucho, es ejercicio, vamos a dejar las cosas claras. Vas a venir tú ahora, después del largo letargo sedentario a vacilar diciendo que haces deporte, ¿pero tú de que vas, pringada? Y otra cosa, hasta que no le hayas gastado la suela a cuatro pares de zapatillas, mejor que no digas que haces ejercicio. Pasado este tiempo de rodaje, yo creo que ya si puedo decir, por lo menos, que hago ejercicio, aunque tengo que advertir que mis zapatillas son tan buenas que dudo mucho que se me gasten ni haciendo tres maratones. Siguiendo con los aspectos positivos del ejercicio, me dicen que mejora mucho la circulación. Debe ser la de las piernas, porque la calle está de bote en bote y cuesta caminar. Ah, sí, la circulación de las piernas, pero, vaya, que mis varices son como tatuajes, esas no te las quitas ni subiendo a Sierra Gorda (si existiera todavía), esas son para mí para siempre. No me importa, ya les tengo cariño. Un día les pongo hasta nombre. Y eso de.... si quieres adelgazar, haz ejercicio. Bueno, eso es una mentira como un camión de grande. Vete fijando en la avenida del colesterol y comprueba que hay gente de todos los tipos. Obsérvalos a diario y ya verás como esto de andar es una auténtica gimnasia de mantenimiento: las personas gordas siguen gordas y las delgadas ni engordan ni nada. Uy, uy, que me estoy rajando. Al final voy a tener que ir a comprar alguna camiseta, calcetines, muñequera o algo para incentivarme. Lo estoy viendo.

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