Las tres cuartas partes de mi actividad son mentales. Pienso que paso demasiado tiempo pensando. Pienso que tengo que pensar menos y hacer más. Pienso que pensar tiene su tiempo, y lo tengo que encontrar.

domingo, 25 de mayo de 2014

Fútbol y Política

Dos espectáculos tan diferentes y tan parecidos. Vaya por delante que yo de fútbol no entiendo nada, ni siquiera me gusta. Con la política me pasa exactamente lo mismo, pero mientras el fútbol me trae sin cuidado, no puedo evitar que la política afecte a mi vida cotidiana. Ayer presté atención al famoso partido de fútbol del que todo el mundo hablaba mientras buscaba en internet información sobre las candidaturas que se presentan a las elecciones, más por ver las fotos que por leer los textos, en los que hace tiempo dejé de creer.
Mirando el fútbol y leyendo sobre las elecciones comprobé cuánto tienen en común uno y otro espectáculo: En fútbol hay muchos equipos, pero sólo destacan dos, el real madrid y el barcelona
En política hay muchos partidos, pero sólo destacan dos, el psoe y el pp
Tanto en fútbol como en política, a quienes observamos su devenir, nos meten goles por todos lados.
Futbolistas y polític@s (de los dos equipos/partidos destacados) no sólo tienen los mejores coches del mercado, sino que se embolsan cantidades ingentes de dinero, aunque aquí hay una pequeña diferencia, los futbolistas sudan para conseguirlo, y a veces hasta se lesionan, mientras que l@s polític@s ni se despeinan.
Tanto los equipos como los partidos tienen un banquillo de personas que esperan su turno para salir a lucirse y una fila cero donde colocar a quien se jubila con un sueldo para siempre y un cargo de extraño nombre como "asesor/a de no se qué, coordinador/a de no se cuánto o, sencillamente, miembro honorífico de algo.."
Futbolistas y polític@s tienen un precio, excesivo en ambos casos.
Gente sin estilo con ropa de marca.
En fútbol y en política siempre hay quien destaca por su buen hacer, da igual en qué equipo jueguen o en qué partido militen. Brillan con luz propia.
Equipos y partidos también coinciden en la movilización de masas fieles y enardecidas que les siguen allá donde vayan, agitando bufandas o banderas, según se tercie.
Ni en fútbol ni en política puedes dar nada por hecho. No siempre gana el favorito. Lo bueno en ambos casos es que siempre hay a quién echarle la culpa, el entrenador y el/la candidat@ principal que serán guillotinad@s públicamente para limpiar las vergüenzas de los verdaderos culpables. No se preocupen, la guillotina está amañada y no llegan a perder la cabeza, sólo pasan un tiempo al anonimato, el tiempo suficiente para que se nos olvide lo mal que lo hicieron y les volvamos a dar una oportunidad. Pero, en ningún caso, se les suspende de empleo y sueldo ni pasan a engrosar las listas del paro. Eso que ganan nuestras estadísticas.
No tenía nada claro a quién votar para estas elecciones europeas tan importantes y tan poco valoradas por ignorancia de su verdadera relevancia. Pero el resultado del partido de fútbol me abrió los ojos. ¡Atléééétic, Atléééétic...!

domingo, 2 de febrero de 2014

La torre de Babel

Aquí estoy, entre las segundas rebajas y las adelantadas chirigotas que ya se oyen por ahí, intentando descifrar algunos misterios de las relaciones socio-tecnológicas. Hace unos días hemos creado un grupo de whatsapp entre los compañer@s de trabajo, que somos cinco gatos, todo hay que decirlo. Y menos mal, porque si fuésemos más, creo que me habría internado voluntariamente en un sanatorio mental, si es que aún existe esto, o habría suplicado a mi médico de cabecera una lobotomía cerebral que anulara mi parte socio-telefónica. Este grupo ha sido creado con la finalidad de usarlo en casos de emergencia, para mensajes relacionados con el trabajo, y así se explicaba en el mensaje de bienvenida, con la expresa indicación de que no pasa nada si no se usa. Y una porra. Fue ponerlo en marcha y empezar a llegar mensajes que si tenían relación con el trabajo era pura casualidad. Y claro, a ver quién se resiste a no contestar. Bueno sí, Belinda, que es de las pocas personas que conozco que dicen que pasan del móvil y pasan de verdad. De ahí su apodo, Belinda la muda, porque no dice ni mu. El resto del grupo no tenemos apaño, es como si acabáramos de ser rescatados de un retiro espiritual en el que no hemos podido hablar con nadie. Qué ansia viva. La conversación resulta absurda, atropellada. Tod@s lanzad@s a ver quién dice la tontería más tonta o tiene el video más gracioso, o la viñeta más divertida.  Mientras alguien contesta a alguien, otro inicia nuevo tema que, mezclado con los tres anteriores, forman un batiburrillo que al final ni sabes con quién hablas ni de qué. Qué lío. Parece una competición de "haber quien tiene las pulsaciones dactilares más rápidas". Y ni te cuento con tanto correr escribiendo la de errores que se cometen: "ewta djramos mu kas" y cosas por el estilo. Es que no da tiempo ni a reírte. Y esto empieza de repente. Alguien dice algo y el resto a contestar. Pero lo que más me alucina es como terminan estas conversaciones. Acaban de golpe y porrazo, sin un adiós, como si sonara el toque de queda. Zas. Da igual que haya preguntas en el aire. Ahí se quedan, hasta la próxima.