Aquí estoy, entre las segundas rebajas y las adelantadas chirigotas que ya se oyen por ahí, intentando descifrar algunos misterios de las relaciones socio-tecnológicas. Hace unos días hemos creado un grupo de whatsapp entre los compañer@s de trabajo, que somos cinco gatos, todo hay que decirlo. Y menos mal, porque si fuésemos más, creo que me habría internado voluntariamente en un sanatorio mental, si es que aún existe esto, o habría suplicado a mi médico de cabecera una lobotomía cerebral que anulara mi parte socio-telefónica. Este grupo ha sido creado con la finalidad de usarlo en casos de emergencia, para mensajes relacionados con el trabajo, y así se explicaba en el mensaje de bienvenida, con la expresa indicación de que no pasa nada si no se usa. Y una porra. Fue ponerlo en marcha y empezar a llegar mensajes que si tenían relación con el trabajo era pura casualidad. Y claro, a ver quién se resiste a no contestar. Bueno sí, Belinda, que es de las pocas personas que conozco que dicen que pasan del móvil y pasan de verdad. De ahí su apodo, Belinda la muda, porque no dice ni mu. El resto del grupo no tenemos apaño, es como si acabáramos de ser rescatados de un retiro espiritual en el que no hemos podido hablar con nadie. Qué ansia viva. La conversación resulta absurda, atropellada. Tod@s lanzad@s a ver quién dice la tontería más tonta o tiene el video más gracioso, o la viñeta más divertida. Mientras alguien contesta a alguien, otro inicia nuevo tema que, mezclado con los tres anteriores, forman un batiburrillo que al final ni sabes con quién hablas ni de qué. Qué lío. Parece una competición de "haber quien tiene las pulsaciones dactilares más rápidas". Y ni te cuento con tanto correr escribiendo la de errores que se cometen: "ewta djramos mu kas" y cosas por el estilo. Es que no da tiempo ni a reírte. Y esto empieza de repente. Alguien dice algo y el resto a contestar. Pero lo que más me alucina es como terminan estas conversaciones. Acaban de golpe y porrazo, sin un adiós, como si sonara el toque de queda. Zas. Da igual que haya preguntas en el aire. Ahí se quedan, hasta la próxima.
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