Dos espectáculos tan diferentes y tan parecidos. Vaya por delante que yo de fútbol no entiendo nada, ni siquiera me gusta. Con la política me pasa exactamente lo mismo, pero mientras el fútbol me trae sin cuidado, no puedo evitar que la política afecte a mi vida cotidiana. Ayer presté atención al famoso partido de fútbol del que todo el mundo hablaba mientras buscaba en internet información sobre las candidaturas que se presentan a las elecciones, más por ver las fotos que por leer los textos, en los que hace tiempo dejé de creer.
Mirando el fútbol y leyendo sobre las elecciones comprobé cuánto tienen en común uno y otro espectáculo: En fútbol hay muchos equipos, pero sólo destacan dos, el real madrid y el barcelona
En política hay muchos partidos, pero sólo destacan dos, el psoe y el pp
Tanto en fútbol como en política, a quienes observamos su devenir, nos meten goles por todos lados.
Futbolistas y polític@s (de los dos equipos/partidos destacados) no sólo tienen los mejores coches del mercado, sino que se embolsan cantidades ingentes de dinero, aunque aquí hay una pequeña diferencia, los futbolistas sudan para conseguirlo, y a veces hasta se lesionan, mientras que l@s polític@s ni se despeinan.
Tanto los equipos como los partidos tienen un banquillo de personas que esperan su turno para salir a lucirse y una fila cero donde colocar a quien se jubila con un sueldo para siempre y un cargo de extraño nombre como "asesor/a de no se qué, coordinador/a de no se cuánto o, sencillamente, miembro honorífico de algo.."
Futbolistas y polític@s tienen un precio, excesivo en ambos casos.
Gente sin estilo con ropa de marca.
En fútbol y en política siempre hay quien destaca por su buen hacer, da igual en qué equipo jueguen o en qué partido militen. Brillan con luz propia.
Equipos y partidos también coinciden en la movilización de masas fieles y enardecidas que les siguen allá donde vayan, agitando bufandas o banderas, según se tercie.
Ni en fútbol ni en política puedes dar nada por hecho. No siempre gana el favorito. Lo bueno en ambos casos es que siempre hay a quién echarle la culpa, el entrenador y el/la candidat@ principal que serán guillotinad@s públicamente para limpiar las vergüenzas de los verdaderos culpables. No se preocupen, la guillotina está amañada y no llegan a perder la cabeza, sólo pasan un tiempo al anonimato, el tiempo suficiente para que se nos olvide lo mal que lo hicieron y les volvamos a dar una oportunidad. Pero, en ningún caso, se les suspende de empleo y sueldo ni pasan a engrosar las listas del paro. Eso que ganan nuestras estadísticas.
No tenía nada claro a quién votar para estas elecciones europeas tan importantes y tan poco valoradas por ignorancia de su verdadera relevancia. Pero el resultado del partido de fútbol me abrió los ojos. ¡Atléééétic, Atléééétic...!
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