Margaritas y Manolitos son dos tipos de personas, fáciles de encontrar y con los que conviene usar guantes y mascarillas, ya que son muy abrasivos.
Las margaritas son florecillas silvestres, aparentemente inofensivas, pero dotadas de un potente elixir tóxico que siempre se les escapa inoportunamente provocándoles un suicidio involuntario. Su muerte, como su vida, no deja de sorprender por el nivel de absurdo que llegan a adquirir. Son muy capaces de defender, con desmedida vehemencia, opiniones adquiridas en los foros a los que se hacen pertenecer (más por indumentaria que por una ideología propia y clara), despreciando cualquier postura contraria, a la que no dudan en calificar de idea asesina mundial. Casi ná. Las margaritas son maquiavélicas de campo que se entrenan en el llanto, al que consideran el mejor método de lucha contra los imaginarios contrincantes, a los que ganan en desdichas de las que somos responsables el resto de la humanidad. Nada reporta mejores resultados que ir llorando por las esquinas. El fin justifica los medios. Son perdedoras natas que siempre apuestan por jamelgos.
Y luego tenemos a los manolitos, esos seres dotados de un halo imaginario que les hace parecer incluso bien parecidos. Ganadores por excelencia que siempre apuestan en carreras de único corredor. Siempre al lado del poder como un pequeño Nicolás invisible que, a veces, se transforma en broche con forma de serpiente para poder lucir, con relativa discreción, en las solapas de cualquier superioridad. Los manolitos son taimados. Obtiene su conocimiento con la destreza del más hábil piojo chupasangres, chupatintas, chupaculos. Aislados y aislantes, no quieren a nadie a su lado porque saben que un alambre les hace sombra. Inseguros pero arriesgados. Cuando no les sale bien la jugada escurren el bulto y hacen mutis por el foro hasta que pasa la tormenta.
Se recomienda usar con precaución. En caso de intoxicación, acuda a urgencias.
Las margaritas son florecillas silvestres, aparentemente inofensivas, pero dotadas de un potente elixir tóxico que siempre se les escapa inoportunamente provocándoles un suicidio involuntario. Su muerte, como su vida, no deja de sorprender por el nivel de absurdo que llegan a adquirir. Son muy capaces de defender, con desmedida vehemencia, opiniones adquiridas en los foros a los que se hacen pertenecer (más por indumentaria que por una ideología propia y clara), despreciando cualquier postura contraria, a la que no dudan en calificar de idea asesina mundial. Casi ná. Las margaritas son maquiavélicas de campo que se entrenan en el llanto, al que consideran el mejor método de lucha contra los imaginarios contrincantes, a los que ganan en desdichas de las que somos responsables el resto de la humanidad. Nada reporta mejores resultados que ir llorando por las esquinas. El fin justifica los medios. Son perdedoras natas que siempre apuestan por jamelgos.
Y luego tenemos a los manolitos, esos seres dotados de un halo imaginario que les hace parecer incluso bien parecidos. Ganadores por excelencia que siempre apuestan en carreras de único corredor. Siempre al lado del poder como un pequeño Nicolás invisible que, a veces, se transforma en broche con forma de serpiente para poder lucir, con relativa discreción, en las solapas de cualquier superioridad. Los manolitos son taimados. Obtiene su conocimiento con la destreza del más hábil piojo chupasangres, chupatintas, chupaculos. Aislados y aislantes, no quieren a nadie a su lado porque saben que un alambre les hace sombra. Inseguros pero arriesgados. Cuando no les sale bien la jugada escurren el bulto y hacen mutis por el foro hasta que pasa la tormenta.
Se recomienda usar con precaución. En caso de intoxicación, acuda a urgencias.
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