Las tres cuartas partes de mi actividad son mentales. Pienso que paso demasiado tiempo pensando. Pienso que tengo que pensar menos y hacer más. Pienso que pensar tiene su tiempo, y lo tengo que encontrar.

viernes, 26 de octubre de 2012

Me rindo

Lío en el hospital. Estoy por empadronarme allí. Me mandan una prueba con carácter preferente y me dicen que ya me llamarán. Vale. Pasados veinte días empiezo a preguntarme el sentido de la palabra "preferente". Estoy por mandar una carta a la Real Academia Española para que incluya un par de nuevos significados en esta palabra: "timo bancario" y "la última de la lista". Si lo llego a saber le digo al médico que no le ponga apellidos a la prueba y seguro que me avisan antes. No tenía ningún teléfono al que llamar, así que me personé una tarde en el hospital y, aunque no encontré quien me atendiera, al menos conseguí un teléfono. A la mañana siguiente marqué el número, pensando que nadie lo cogería. Efectivamente, nadie descolgó. Si ya lo sabía yo, he oído a mucha gente decir que esos teléfonos siempre comunican o nadie los contesta. Miré el reloj. Era muy temprano, así que me dije "la mañana es larga y mi paciencia, cuando quiero, también". Pasada una hora volví a marcar. ¡Sorpresa! descolgaron y oí una amable voz que me preguntaba en qué podía ayudarme. Fijo que me he equivocado de número. Pero no, era una empleada del hospital. Le expliqué mi problema y me dijo, sí, aquí tengo su petición de prueba, está prevista para febrero de 2013. Pero oiga, si es una prueba preferente. Pues ya le digo, aquí figura con esa fecha, tendrá que ir a la unidad que la ha solicitado y preguntar allí. La chica no me solucionó nada pero era muy amable, eso sí. Colgué y pensé coger mi silla de playa y un saco de dormir y plantarme en el hospital hasta resolver mi problema. A la mañana siguiente allí estaba yo. Salí tan decidida que me dejé atrás la silla de playa y el saco de dormir, y encima me fuí en ayunas porque ya que iba aprovechaba para hacerme unos análisis que tenía pendientes y evitaba perder otra mañana, que no está la cosa para andarse con tonterías, ni siquiera de salud, que te despistas y te vas al paro y encima enferma. Más de una hora esperando muerta de hambre y cuando termino, ni desayuno ni nada, a deshacer el entuerto. Primera parada, unidad solicitante de la prueba. Le cuento. ¡Me escucha! y me dice, "vaya a la ventanilla donde le tienen que hacer la prueba". No, mire usted, yo ya he hablado con esa ventanilla y me han dicho que venga aquí, así que ud. verá. Pues no, no veía nada el buen hombre que insistió en que el papel dejaba bien claro que la prueba era "preferente" y que, por tanto, el fallo estaba en la otra ventanilla que la habían anotado como prueba rutinaria. Y viendo el hombre que yo no me iba, me dice, "vaya ud y le dice de parte de fulanito de copas, que le tienen que solucionar esto". Pero vamos a ver, ¿tú qué quieres que se rían de mí? si he venido hasta aquí sola, puedo continuar el peregrinaje sola, no me hace falta tu recomendación, ni la amenaza de tu nombre, si tienes algo que decirle a los de la otra ventanilla vas y se lo dices tú, que yo no he venido a eso. No te digo. Me di media vuelta y enfilé para la otra ventanilla, mientras por el camino me iba cabreando, que yo eso lo hago con mucha facilidad y luego me pasa como al  del chiste ese de "...métete el gato en el cul..". Avanzo por esos pasillos, todos iguales, de luz blanca, llenos de pacientes, familiares y amigos, personal sanitario, camillas para arriba y para abajo..... un auténtico laberinto y, por fin, la ventanilla. Me pongo en la cola y espero mi turno que me llega en seguida. Asomo la cabeza y veo a una chica muy sonriente. Le cuento mi problema y ella, muy amable, me recuerda que habíamos hablado por teléfono. Ah, estupendo, entonces recordarás también que me dijiste que fuese a la ventanilla de salida (sin cobrar las 20.000 pesetas, como en el monopoly), pues tengo que decirte que vengo de allí y me dicen que me lo tienes que solucionar tú. Y antes de que la muchacha abriera la boca, y para dejarle bien claro que me lo iba a solucionar ella sí o sí, le dije "y no me pienso pasar la mañana de ventanilla en ventanilla". Qué estúpida me siento al recordarlo, como una matoncilla de tres al cuarto que no sabe que ahí, la que tiene la sartén por el mango es la chica de la ventanilla, me ponga como me ponga. Ella, con su sonrisa, me dice, vale, voy a averiguar, espera ahí sentada que ahora te aviso. ¡Y yo sin desayunar!. Me siento y veo cómo la gente se va acercando a la ventanilla y van solucionando sus cosas. El cabreo me aflora otra vez. Me pongo en la cola de nuevo. Cuando me toca, asomo la cabeza y no digo nada, sólo miro a la chica con cara de ¿qué pasa contigo, te crees que soy tonta o qué? que estoy viendo cómo estás atendiendo a todo el mundo menos a mí. La chica me mira y me sonríe. A mí, de repente, me parece cómica la situación, así que sonrío yo también y le digo lo que pienso. Ella se disculpa y me dice que ya casi lo tiene averiguado, pero tiene que esperar a que no se quién le diga no se qué. Vale, me voy a beber agua, pero volveré. Otra vez amenazando. Ella estaba combatiendo mi cabreo con su sonrisa y su amabilidad y yo quería seguir cabreada. Vamos, que vas a venir tú con la sonrisita a conformarme a mí, que estoy perdiendo una mañana de trabajo por un fallo vuestro y encima querrás que te de las gracias. De eso nada. Un botellín de agua me bebí, y en todo ese rato, no me llama nadie. Vuelvo a la ventanilla por tercera vez, asomo la cabeza y la chica me saluda ¡como si se alegrara de verme!, qué poca vergüenza. Hay que respetar los cabreos, señorita, y usted me está fastidiando mi enfado. ¡Así no hay quien se cabree, por favor!. Total, que al final me da mi cita "preferente" y yo, con la mejor de mis sonrisas le doy las gracias. Está claro quién ganó ¿no?

2 comentarios:

  1. jajajajajajajjajajajajajajaj qué comica eres... nunca olvidaré cuando me contaste el chiste del gato por primera vez... que por cierto lo hiciste pa criticarme y luego tu eres igual q yo! jajajaja ;)

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