Las tres cuartas partes de mi actividad son mentales. Pienso que paso demasiado tiempo pensando. Pienso que tengo que pensar menos y hacer más. Pienso que pensar tiene su tiempo, y lo tengo que encontrar.

sábado, 22 de diciembre de 2012

El año que no me tocó la lotería

Para mí una de las jornadas más distraídas de la Navidad es el sorteo de la lotería nacional. Desde que me despierto me coloco la radio y a oír la cantinela 20368 miiiil euros. Coloco todos los décimos que tengo sobre la mesa y una hojita de papel donde voy apuntando los premios que van saliendo. Cada vez que se oye murmullo de premio, salgo corriendo, cojo el lápiz, y me dispongo a prestar atención a la repetición del número. Así una y otra vez hasta que salen todos. Bueno, a veces me canso y me voy a la calle antes de que salgan todos los premios porque, total, a mí siempre me toca. Un año me tocó trabajo. Otro año me tocó amor. Otro año me tocó celebrar el premio de otros. Acabé viendo doble y al día siguiente, en medio de una macroresaca, me preguntaba quién lo habría pasado mejor, si yo, o el resto de los premiados. Y todos los años me toca el gordo, y siempre lo cuento. Muchos años me ha tocado la salud, uno de los premios más repartidos. Ahora, ya se sabe, a partir de los cuarenta si te levantas un día y no te duele nada, es que te has muerto. Siempre tengo una botellita de cava preparada para recibir mi premio. Este año mi suerte ha sido especial, tanto, que no sé ni cómo explicar mi premio. En estos casos lo mejor es echar mano de frases hechas. Abro la caja y saco una que me parece apropiada: "a buen entendedor, pocas palabras bastan".
Sí, lo sé, es una ñoñería que no me pega nada, pero me apetecía decirlo. ¡Hala, todo el mundo a disfrutar de su premio!

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