Las tres cuartas partes de mi actividad son mentales. Pienso que paso demasiado tiempo pensando. Pienso que tengo que pensar menos y hacer más. Pienso que pensar tiene su tiempo, y lo tengo que encontrar.

martes, 18 de diciembre de 2012

El próximo móvil me lo compro de pilas.

Después de tres días andando sin parar, que llegaba la noche y me dormía antes de apoyar la cabeza en la almohada, hasta que el sol entraba por la maldita abertura de la cortina que nunca se cerraba bien, y vuelta a empezar, llegó el día del regreso. Por la mañana me acerqué al centro de la ciudad para comprar un cargador de móvil que me habían sustraído en la habitación del hotel. El día que me dí cuenta me dirigí a la limpiadora. Con sorpresa descubro que la limpiadora era un chico joven. Me dio igual. Como yo ya suponía que me iba a decir que no sabía nada de mi cargador, me limité a decirle "oye, me ha desaparecido el cargador del móvil que dejé en la habitación, enchufado, debajo de la mesilla". En ese momento el chico abrió la boca y dijo algo como "pero si ahí no ha entrado nadie" y yo, cortándole, le digo, "si, si, claro; bueno, mira, que no quiero que entres en la habitación". El chico dijo, "vale". Me bajé a recepción y le repetí al recepcionista lo ocurrido insistiendo en "que no quiero que entre en la habitación". El recepcionista pasó de mi totalmente, con otro "vale". Salí a la calle. Desayuné café con leche y un cargador. Me tomé una cerveza con cargador. A mediodía, pollo con cargador y canelones rellenos de cargador y también mousse de cargador-limón. El cafelito lo acompañé de cargador y otro más para la merienda. Y en la cena ración doble de cargador. Soñé con cargadores de móviles volando por el cielo, el mar surcado por miles de cargadores y calles llenas de cargadores de móviles en lugar de coches; en el sueño me cruzaba con gente que tenían cara de cargadores de móviles. Durante todo ese día además, asistí a la agonía y muerte de mi móvil, al que efectué sin éxito un boca a boca y casi le practico una traqueotomía, aunque al final me dio canguelo y lo dejé. Y así hasta que por fin entró el sol por la maldita abertura de la cortina que nunca se cerraba bien. Me acerqué al centro de la ciudad para comprar un cargador de móvil que.... Ay, creo que esto ya lo he contado. Son secuelas del trauma. Continúo. Pues eso, que compré un cargador, resucité a mi móvil y fui a recoger el equipaje. En la habitación había un folleto para que dejases tu opinión del hotel. ¡Esta es la mía! me dije. Agarré el bolígrafo y con el mismo comedimiento que había tenido en mis quejas, sin una voz más alta que otra, escribí "me han robado el cargador del móvil; lo que te ahorras en el precio te lo gastas en reponer lo sustraído; lo comentaré en trip advisor y similares". Salí con mi maleta. En el pasillo me crucé con el limpiador de habitaciones. No lo miré. Él si me miró a mí, pero no me dijo nada. Yo levanté una ceja en señal de "me siento ofendida". Qué ridículo ¿verdad?Bajé a recepción, entregué mi llave y mi folleto con la amenaza de divulgar lo ocurrido. El recepcionista me deseó buen viaje y dijo "hasta la próxima". Y yo pensé, no habrá próxima amigo, y salí de allí. Tras un largo día y un largo trayecto, llego a mi casa. Estaba tan cansada que no deshice las maletas. Esa mañana no me despertó el sol, porque ya no había abertura en las cortinas. Tranquilamente deshice el equipaje. Cuando ya estaba todo colocado abrí la caja donde suelo llevar los relojes, pulseras y pendientes, y me veo un cable enrollado. Lo saco y ¡¡¡¡¡¡noooooooo!!!!!!!!, era mi cargador. No sé qué me dio más, si alegría o vergüenza. Me tomé un café con limpiador indignado, almorcé cocido con limpiador amonestado, merendé un cortado con limpiador víctima de las injusticias, y pensé, esto no puede seguir así que luego me quedan traumas. Me armé de valor, cogí el teléfono y llamé al hotel. Expliqué lo ocurrido, pedí disculpas y, sobre todo, pedí que se lo dijeran al limpiador, más que nada por asegurarme de que aún seguía allí. Y sí, el recepcionista me dio las gracias y me aseguró que a la mañana siguiente transmitiría mis disculpas a ese pobre hombre, objeto de mis iras internas y de comentarios malintencionados. Y al cargador le he puesto un castigo de esos que no se olvidan, por meterse en cajas que no son la suya, hombre, por favor.

1 comentario:

  1. Desde que empecé a leer imaginé lo que iba a ocurrir. Vigila bien ese pronto que tienes. A mí a veces me ocurre igual, pero siendo consciente de esa tendencia se puede ir corrigiendo.
    Antonio Aranda

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