Las tres cuartas partes de mi actividad son mentales. Pienso que paso demasiado tiempo pensando. Pienso que tengo que pensar menos y hacer más. Pienso que pensar tiene su tiempo, y lo tengo que encontrar.

domingo, 31 de marzo de 2013

A mí la legión

Una de las cosas que más me llaman la atención de la Semana Santa es ese momento en que la legión,  sacando pecho peludo y con la cabra de mascota,  coge a pulso a ese Cristo doliente y des-entonan ese "soy el novio de la muerte... ". Los pelos como escarpias se me ponen de pensar qué pasaría si esa tropa,  lista para la guerra a la voz de ya,  tuviera que defendernos de un ataque extraterrestre.  Ya lo estoy imaginando,  todos con las barbillas levantadas hasta lo imposible,  viendo cómo se les viene encima un platillo volante,  sin atreverse a perder la formación para no ser castigados sin merienda,  y esa cabra,  que,  como animal que es,  presiente las cosas raras de la naturaleza y se pone a ladrar para llamar la atención, porque sabe que si bala,  lo mismo también se queda sin merienda por distraer a sus compañeros.  Y el platillo venga a caer hasta posarse delante mismo de la legión, con su Cristo a cuestas, saliendo mucho humo, una niebla densa e inesperada que apenas deja ver un palmo y que se dispersa rápidamente, como si le hubieran dado al botón de "efectos especiales off ". Los legionarios sin mover ni una pestaña,  dejan de cantar,  pero mantienen sus brazos de hormigón en alto,  sus culos apretados y sus barbillas exageradamente erguidas. No se sabe si es que no tienen miedo,  o que se han quedado patidifusos y no son capaces de reaccionar,  o que están echándole un pulso a los extraterrestres,  para que sepan con quien se juegan los cuartos.  En cuestión de tres segundos eternos se abre una escotilla de la nave y aparece un monstruito verde,  con los ojos colgando de dos alambres,  sin orejas,  con una boca muy grande y, lo más increíble de todo,  con una peineta de carey,  sujetando una mantilla negra de fino chantilly. Se hace un silencio sepulcral,  se masca la tragedia.  El bicho verde abre la boca y con voz muy aguda, amplificada milagrosamente, dice: ¡Oh, la saeta al cantar, al cristo de los legionarios, siempre con sangre en las manos, siempre por desenclavar.....! Entonces, el jefe de los legionarios grita, ¡Atención, soldados!, levanta el brazo derecho y todos los legionarios, con el brazo que les quedaba libre, cogen sus trompetas y se ponen a acompañar al extraño saetero, que sigue .... ¡cantar de la tierra mía, que echa flores,.....! La gente echa a correr despavorida y, lejos de lo que pudiera imaginarse, a nadie, pero a nadie, le oigo decir ¡a mí la legión!

2 comentarios:

  1. Ojalá se produjera ese mágico encuentro que todos estamos esperando...TODOS....el momento en que nuestros hermanos del cielo vienen a visitarnos de una vez por todas, porque yo pensé que nuestros hermanos del cielo, nos dejarían que nos autodestruyésemos tarde o temprano, para luego entonces, si venir, hombre,estarían más tranquilitos....Pero, que maravilla, que ese mágico encuentro tuviese lugar en la procesión del Cristo de La Buena Muerte....jejejejej ...lo del marcianito con peineta y saeta.....impagable..jajaja

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