Las tres cuartas partes de mi actividad son mentales. Pienso que paso demasiado tiempo pensando. Pienso que tengo que pensar menos y hacer más. Pienso que pensar tiene su tiempo, y lo tengo que encontrar.

jueves, 17 de septiembre de 2015

El tiempo es oro

Acabo de oír al ex presidente de Uruguay, José  Mujica, diciendo que el tiempo que invertimos en comprar cosas inútiles, es tiempo de vida que perdemos. Bueno el mensaje era bastante más  elaborado, pero yo he sacado esa conclusión.  Y la verdad, me he cogido un rebote de cuidado al comprobar que he perdido unas cinco horas y media de mi vida para comprarme un móvil, por increíble  que pueda parecer. Hace varios días  que mi antiguo móvil (con poco más de un año de vida, o sea un bebé) empezó a darme problemas, entrando en coma cuando menos pegaba. Intenté  tener paciencia, pero acabé  perdiendola y enfilando mis pasos al corte inglés. Después  de ver los teléfonos que tenían  por allí  expuestos, que a mi me parecian todos iguales y con precios astronómicos, decidí  acudir al mostrador de vodafone, a ver si por ser cliente me hacían  alguna oferta interesante. No había nadie allí. Tuve que esperar más  de media hora hasta que por fin apareció una chica, muy amable. A esas alturas yo ya habia decidido el modelo que quería,  con lo cual ya le estaba ahorrando el trabajo de ayudarme a decidir, y sólo  tenía  que averiguar cuánto  me rebajaba del precio marcado. A esta tarea dedicó  tres cuartos de hora. Cuando por fin lo averiguó, decidí que era un precio razonable y le dije toda dispuesta, "pues me lo llevo". La adrenalina de la compra inútil se expandió por todo mi cuerpo, pero sólo  una milésima de segundo, justo lo que tardó  la amable chica de los cojones en decirme que no lo tenía. Me fui de allí con pensamientos cuasi asesinos y me acerqué  a una tienda vodafone cercana, que la misma chica amable me había  indicado. Estaba a tope de gente y yo no estaba en condiciones de esperar, con el riesgo de que fuese para nada. Me marché con el convencimiento de que mi "viejo" móvil se recuperaría, que sólo tenía  una mala racha, oye, como cualquiera. Que va, me equivoqué, el muy malaje decidió seguir fastidiándome. Al día  siguiente, por la tarde, me fui a la tienda  más  grande de Vodafone que conocía. Estaba llena de gente y tenía una máquina para pedir turno. Allí  metí  todos los datos que me pidieron y esperé. Pasada una hora oí mi nombre y pegué  un brinco. Lo primero que hice fue preguntar si tenían el terminal que yo quería, ni buenas tardes ni nada de eso. Me dijeron que sí y le dije que me lo llevaba. Ya sin adrenalina, casi sin ilusión, total me tenia que gastar una pasta por un capricho de mi antiguo móvil, que le dio por morirse en este momento. Se supone que esto es una venta de coser y cantar, ¿no? Pues no. El chico que me atendía en esta ocasión tardó  otra hora más en rellenar no se cuantos formularios para poder sacar la factura, que encima la hizo mal y tuvo que repetirla y después  se atrancó con otra cosa y tuvo que llamar a su jefa para que lo sacara del entuerto. A los tres cuartos de hora le dije, "niño, que parece que estoy comprando una casa, hijo". Se sonrió con esa cara de "ja, ja, ja, qué  graciosa". Claro que no voy a decir aquí  lo que mi cara le estaba diciendo a él. Cuando por fin corrigió todos sus fallos y me dio el puñetero teléfono, al que yo ya hasta le estaba cogiendo manía, me dice el chico que pase ahora con su compañero para que me transfiera los contactos y la información de un teléfono a otro. Y una porra. Agarré  la caja del terminal y salí pitando de allí  para nunca volver. Claro, en lo que quedaba de día, porque a la mañana siguiente, y tras comprobar que necesitaba una tarjeta que no me habían dado, antes de que abrieran la tienda ya estaba esta menda allí con su cajita. Saqué  mi turno y según la pantalla informativa no tenía a nadie delante. Aún  así tuve que esperar unos veinte minutos, ¿por qué?, pues ni idea. Lo único que se me ocurre es que en realidad aquello era una tienda de orange o de movistar, camuflada de vodafone con el objetivo de espantar a los clientes. Vaya que después de esta odisea, sólo  espero que me quede vida para disfrutar del móvil  aunque sea.

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