Sin prisa pero sin pausa he entrado en la Edad Media, esa en la que sabes que ya no eres joven, pero tampoco te sientes vieja. Esa edad en la que tienes más soluciones que problemas, más proyectos para menos tiempo, y màs ganas que desgana y lo mismo te apuntas a una ronda de patadas en la espinilla que al bautizo de una muñeca. La cuestión es no perder un lujoso minuto. En este punto en que toda distancia es poca, cambias tus malas versiones de refranes populares, el "deja para mañana lo que no tengas ganas de hacer hoy" por el consabido "no dejes para mañana lo que puedas hacer hoy". Lo imposible se transforma en nunca se sabe porque creo que ni siquiera alucinaría si viera un burro volando. Es como si estuvieras de vuelta de todo aunque sabes que ni siquiera ha sonado el pistoletazo de salida. Con la Edad Media adquieres una increíble capacidad de calibrar cosas y personas, colocando a cada uno en la caja que le corresponde, sin titubeos y con mínimo margen de error. Sustituyes lo bonito por lo práctico.Lo inútil va directo a la basura dejando de ocupar espacio en tu cabeza y en tu casa. Hasta para discutir eliges contrincantes a tu altura, nada de perder el tiempo con quien sabes, no que no te va a dar la razón, porque menuda estupidez sería discutir para ganar o perder en lugar de para aprender, sino que no sabe de qué le hablas y la discusión se convierte en un discurrir paralelo de monólogos. Cada loco son su tema. Hacer cosas por compromiso pasó a la historia y el insomne cargo de conciencia ni lo recuerdas porque a estas alturas ya sabes qué hacer y qué no hacer para evitarlo. Mi falta de imaginación la suplo con mis sueños. Y los sueños.... sueños son.
Me deseo una larga y divertida Edad Media y una lejana Edad de Piedra, esa en la que te quedas petrificada porque los achaques de tu cuerpo y de tu mente no te dejan ni moverte. Pero de eso.... ya hablaremos, si eso.
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