Las tres cuartas partes de mi actividad son mentales. Pienso que paso demasiado tiempo pensando. Pienso que tengo que pensar menos y hacer más. Pienso que pensar tiene su tiempo, y lo tengo que encontrar.

viernes, 18 de septiembre de 2015

Pisando fuerte

Al llegar esa mañana a la playa vi que las traviesas olas habían  dejado un escalón  en la arena. Coloqué  mi silla al borde del precipicio de 30 centímetros, por ver qué  se sentia desde  allí. Me gustan las emociones fuertes. Ya colocada encendí la radio y cerré los ojos para no ver quién  me veía mientras cantaba todo lo que ponían en cadena dial. Ojos que no ven... "Me olvidé  respirar ahahaha, como un beso bajo el aguaaaaaa..." Jolines ¿eso qué es? Aparece de pronto un pedazo de máquina, de esas que son un tractor con una pala gigante, que venía toda dispuesta a embestir a las bañistas (utilizo el femenino plural porque mola más y está menos visto. Las ricas somos así). Petrificada, medio incorporada, con las manos apoyadas en los brazos de la silla en actitud de salir corriendo a la de tres, veo que la máquina, conducida por un señor de tamaño considerable, que yo no sé cómo se había  metido alli, comienza a coger la tierra del escalón en un vertiginoso equilibrio, rebajando el desnivel y aplanando la arena, dejándola en un suave camino hasta el agua. Lo flipas. Claro que para realizar esta operación,  que no tardó más de quince minutos, nos obligó a todas las que como yo se habían  colocado en el improvisado balconcillo playero, a desplazarnos de nuestros sitios, con  las sillas, toallas, sombrillas.. Aún  así, al destructor de escalones de arena no le resultó nada fácil  hacer su trabajo,  porque los guiris de las hamacas (ahora sí uso el masculino plural, porque eran mayoría de tíos y porque voy a criticarlos. Ya sabes, las ricas somos así ) que llevaban toda la mañana tostándose al sol, experimentaron un incontenible deseo de meterse en el agua y rodearon la pala por delante, por detrás, por la derecha y por la izquierda, obligando a Ramón, porque ese hombre con ese cuerpo seguro que se llama Ramón, a respirar hondo y parar constantemente la máquina. El remate fue el de un guiri, de unos treinta años en bañador, vestido quizás parezca otra cosa, con un pie vendado que salió del mar justo cuando la pala iba a pasar por su lado por lo que corrió justo para plantarse delante, emulando al famoso estudiante de la plaza de Tiananmen parando a los tanques, y sólo para comprobar que la venda de su pie seguía  bien puesta. Claro que no era lo mismo, ni había tanques, ni chinos, ni estudiantes porque está  claro que ese guiri no tenía  el cerebro desarrollado. Total que antes de que Ramón  mandara al escalón a tomar viento y se largara de allí, unos veinte guiris se dedicaron a pisotear el liso suelo de arena que Ramón, con profesionalidad y mucha paciencia, iba dejando con su pala. Me pregunto por qué no hicieron esto antes y le habrían  ahorrado a Ramón la original tarea de rebajar el escalón. Volví  a mi sitio, encendí mi radio, cerré mis ojos..." Feliz con lo que tengo woo, feliz con lo que siento, wooo, es que cada momento está lleno de tiiiiiiii..."

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