Las tres cuartas partes de mi actividad son mentales. Pienso que paso demasiado tiempo pensando. Pienso que tengo que pensar menos y hacer más. Pienso que pensar tiene su tiempo, y lo tengo que encontrar.

jueves, 3 de enero de 2013

Ya vienen los reyes magos

¿Quién inventaría el tema éste de los Reyes Magos? Desde luego está claro que no lo hizo bien. Debería ser como el ratoncito Pérez, que dura, como mucho, hasta el último diente de leche. Después, si se te cae un piño, en lugar de esperar dinero del ratoncito, espera la factura del dentista. Por cierto, no he visto profesionales peor organizados que los dentistas, siempre te hacen esperar y eso me indigna. Yo espero si es gratis, pero pagar por estar jodida en una sala de espera..... me pone enferma, me hace sentirme tonta. Y mientras más rato espero peor, porque no hago más que darle vueltas al asunto y mirar con cara de mala leche a la recepcionista-enfermera-secretaria, que además siempre es una chica joven, (porque si es mayor está claro que es la mujer o la hermana del dentista, o una mujer muy desesperada), pensando en decirle ¿qué pasa contigo, te gusta tener compañía o qué? que no sabes dar citas, que te crees que no tengo nada mejor que hacer que estar aquí viéndote con la agenda y el teléfono, y encima el dinero que me va a costar, y lo único que hace falta es que además me provoquen dolor. Y justo cuando estoy a punto de levantarme para decirle, ¡mira, ya está bien, esto no es razonable, me voy!, zas, me llaman. Mi mente se pone en blanco y en cuanto me tumbo en la camilla y me dicen abre la boca, lo que se me pone en blanco son los ojos y ahí ya me olvido hasta de mi nombre. Pero en cuanto se me pasa la anestesia me vuelvo a acordar y siempre me propongo recoger firmas para pedir al gobierno que obligue a los dentistas a atender en un tiempo razonable, que te digo yo, diez o quince minutos. Y todo lo que pase de ahí que lo indemnicen, como la Renfe cuando se retrasa un tren. ¡Que el tiempo es oro, oiga! Pues sí, el ratoncito Pérez me gusta mucho más que los Reyes Magos, donde va a parar. Recuerdo un día que me llamó por teléfono un amigo y me dijo que tenía que hacer de la mujer del ratoncito Pérez, para explicarle a su sobrina que el ratoncito se había ido a trabajar, pero que yo le dejaría el recado de que pasase por su casa para cambiarle el diente por un regalo. No nos quedamos con la niña, más bien la niña se quedó con nosotros porque me siguió el rollo estupendamente, incluso llegó a regatear con el precio del diente, y horas más tarde de la conversación le confesó a su tío que no se había tragado nada. Y mira que yo puse empeño. Claro que si me hubiese avisado con más tiempo, lo habría preparado mejor. Lo mío no es ser actriz, está claro. Pero la ocurrencia de mi amigo tuvo su gracia. Lo dicho donde se ponga el ratoncito Pérez.... Por cierto, cuidado con los caramelazos de los Reyes Magos, que te pueden echar abajo los dientes y tú ya no los tienes de leche ¿eh?

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