Las tres cuartas partes de mi actividad son mentales. Pienso que paso demasiado tiempo pensando. Pienso que tengo que pensar menos y hacer más. Pienso que pensar tiene su tiempo, y lo tengo que encontrar.

martes, 11 de septiembre de 2012

Dime niño, ¿de quién eres?... tan blanco.

Ay, dios mío, todavía tengo el susto metido en el cuerpo. Resulta que vengo esta mañana del garaje, salgo del ascensor y tengo que rodear una escalera de caracol gigante para llegar al rellano donde está la puerta del piso. Pues bien, mientras rodeaba la escalera, me da la impresión de que hay algo que se ha movido muy rápido en el rellano, pero no puedo ver nada con la dichosa escalera. Todo esto en cuestión de segundos. Mientras sigo andando con paso firme pensando que quizás sería un perro, termino de rodear el caracol gigante y, ¡horror!, un niño de unos tres años, blanco como la cal, rubio como los trigales de la canción, descalzo y en slips, se me planta delante a la velocidad de un rayo y me mira sonriente con ojos azules como el mar. Ahogando un socorro, petrificada me quedo y pienso "esto es un niño muerto que se me ha aparecido", como el que se le aparecía a Ally Mcbeal. Con las piernas como si fueran de hormigón, que no se movían ni adelante ni atrás, me armo de valor y le digo al niño (más que nada por ver si era cosa humana) ¿tú dónde vas?. Y el niño, sin perder la sonrisa me dice: a ningún sitio. Ay, madre, ahí si que me entró el susto de verdad, a ver si me lo voy a tener que quedar para siempre, justo ahora, con lo que cuestan los libros del cole. De eso nada, ¿dónde están tus padres chiquito? y me dice, ahí arriba. Pues venga majo, que te llevo con ellos. Remedio santo, el niño salió corriendo y se perdió por el jardín. Moví lentamente las piernas, por si no me respondían todavía, y enfilé para mi casa. Abro la puerta, entro y cuando me doy la vuelta para cerrarla, detrás de un muro bajo que hay entre el rellano y el jardín, ahí estaba el niño, mirándome con su sonrisa y agitando la mano. Le dije adiós con la mano y cerré corriendo la puerta. No lo he vuelto a ver, pero juro (aseguro para la gente fina) que esto ha pasado. Vamos, que si llega a ser navidad me creo que es el niño Jesús que se ha escapado del portal (¿y yo la virgen maría?, no, qué tontería).

1 comentario:

  1. Eso es el instinto maternal que ha llamado a tu puerta... yo no me fiaría... jajaja

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