Las tres cuartas partes de mi actividad son mentales. Pienso que paso demasiado tiempo pensando. Pienso que tengo que pensar menos y hacer más. Pienso que pensar tiene su tiempo, y lo tengo que encontrar.

martes, 11 de septiembre de 2012

Historias del hospital, (3ª parte, 30/08/2012).


 No me extraña que estemos en la ruina. Llevo más de treinta días, que se dice pronto, visitando el hospital. Instrucciones: cuando digan tu nombre por megafonía te bajas a la unidad y te pones una bata de este armario, dejas tu ropa en un vestidor y te sientas a esperar que te vuelvan a nombrar, y ya pasas dentro de la unidad. Una vez entras a la unidad, te quitas la bata y te tumbas en la camilla. Cuando acabe la sesión (diez minutos mal contados), te pones la bata, vuelves al vestidor, te colocas tu ropa (siempre pensando “dios mío que no se la hayan llevado”) y te vas por donde has venido, eso sí, dejando la bata en los sacos de ropa para lavar. Pero vamos a ver, ¿ropa para lavar? ¡Sí sólo la he usado tres minutos! ¿no sería mejor que me la llevase a mi casa y la usara, al menos durante una semana? Prometo devolverla cuando termine mi calvario. Pues nada, así todos los días. Eso debe ser antiecológico y todo. Y así están las batas, transparentes, que cualquier día me engancho con algo y me quedo en pelotas en mitad de un pasillo.

1 comentario:

  1. Mira mhijita, si voy a un hospital y me veo obligado a usar una bata aunque sea por solo unos minutos, quiero tener la seguridad de que está adecuadamente limpia e higienizada. ¿O tú te tenderías tranquilamente en una camilla en ¡un hospital! si sospechases que la sábana que la cubre la pusieron limpia por la mañana y la mandan a lavar por la noche?

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