No me extraña
que estemos en la ruina. Llevo más de treinta días, que se dice
pronto, visitando el hospital. Instrucciones: cuando digan tu nombre
por megafonía te bajas a la unidad y te pones una bata de este
armario, dejas tu ropa en un vestidor y te sientas a esperar que te
vuelvan a nombrar, y ya pasas dentro de la unidad. Una vez entras a
la unidad, te quitas la bata y te tumbas en la camilla. Cuando acabe
la sesión (diez minutos mal contados), te pones la bata, vuelves al
vestidor, te colocas tu ropa (siempre pensando “dios mío que no se
la hayan llevado”) y te vas por donde has venido, eso sí, dejando
la bata en los sacos de ropa para lavar. Pero vamos a ver, ¿ropa
para lavar? ¡Sí sólo la he usado tres minutos! ¿no sería mejor
que me la llevase a mi casa y la usara, al menos durante una semana?
Prometo devolverla cuando termine mi calvario. Pues nada, así todos
los días. Eso debe ser antiecológico y todo. Y así están las
batas, transparentes, que cualquier día me engancho con algo y me
quedo en pelotas en mitad de un pasillo.
Mira mhijita, si voy a un hospital y me veo obligado a usar una bata aunque sea por solo unos minutos, quiero tener la seguridad de que está adecuadamente limpia e higienizada. ¿O tú te tenderías tranquilamente en una camilla en ¡un hospital! si sospechases que la sábana que la cubre la pusieron limpia por la mañana y la mandan a lavar por la noche?
ResponderEliminar