Las tres cuartas partes de mi actividad son mentales. Pienso que paso demasiado tiempo pensando. Pienso que tengo que pensar menos y hacer más. Pienso que pensar tiene su tiempo, y lo tengo que encontrar.

sábado, 22 de septiembre de 2012

Vamos a contar manías, tralará...(capítulo 1º)

Ha madrugado. A pesar de no tener que ir al trabajo, se ha levantado a la misma hora de cada día laborable. Es el reloj biológico, dicen. Es el mismo reloj que le hace acostarse temprano porque le entra sueño, y levantarse cuando su cuerpo considera que ha dormido bastante, sin tener en cuenta si él quiere dormir más ese día. A veces, cuando esto ocurre, intenta quedarse en la cama más rato, como obligando a su mente a entrar de nuevo en ese túnel mágico donde todo es posible, tanto volar, como que te coma un dinosaurio gigante con cuerpo de jirafa, patas de rinoceronte y cabeza de delfín, pero sabiendo que es un dinosaurio, porque en los sueños no hay formas ni conceptos predefinidos, todo queda a la necesidad del momento, a lo que vaya pidiendo el guión improvisado de las películas que te montas cuando cierras los ojos y éstos empiezan a centrifugar a toda máquina sin que tú te des ni cuenta. Es extraordinario este fenómeno del sueño. Pero claro, tarde o temprano sales del túnel, normalmente a la fuerza y de forma desagradable, como cuando suena el despertador o al vecino se le cae la taza de café al suelo, o el capullo del camión toca el claxon a las seis de la mañana porque como él está despierto, quiere que los demás se despierten también; o bien puede ser que estuvieras a punto de morir asesinado por algo parecido a Freddy Krueger y, claro, no es plan dejarse matar teniendo el control ¿no?. Y a veces te despiertas igual que te has dormido, sin pensarlo ni programarlo. Algo en tu interior dice ¡basta!, y basta, ya no hay manera de volverse a dormir.

La cuestión (vamos a ir centrándonos), es que nuestro hombre se había despertado sobre las siete de la mañana en pleno sábado, y esto le cabreó. Ante la imposibilidad de continuar con el sueño y la más que alta probabilidad de despertar a su acompañante de catre, a base de tumbos y más tumbos, decidió finalmente poner fin a la noche y dar comienzo al día. Llegó a la cocina, después, eso sí, de pasar por el baño y lavarse la cara y las manos, como mandan los cánones antibacterias. La encimera estaba totalmente limpia y todo ordenado. Su acompañante tenía la manía de dejar todos los platos fregados antes de irse a la cama, porque le cabreaba sobremanera recordar la cena al levantarse, aunque siempre decía que lo hacía para ir más rápido por la mañana, pero él sabía que no era cierto, que era una manía más, de las muchas que tenía. Y mientras pensaba en esto se preparó un café, cogió un bollo de pan y lo cortó sobre la encimera, puso la tostadora y sacó la mantequilla. Salió el café, se sirvió una taza y se sentó en la mesita pequeña que tenía en la cocina. Ahora se sentía bien, le agradaba desayunar a solas, sin prisas, sin conversaciones, sin periódico, sin radio, sin televisor, sólo él y el crujir de la tostada al masticar. Mientras pensaba en lo que haría esa mañana, que en ese momento parecía eterna, pero que al final iba a durar lo mismo que todas, es decir, hasta las once de la mañana, porque de ahí a las tres de la tarde siempre pasa como un suspiro. Mientras pensaba en lo que haría esa mañana, digo, hizo un repaso visual involuntario a la cocina y volvió a poner los ojos sobre el trozo de tostada que aún quedaba. Pero no, no pudo ser, algo le impulsó a mirar de nuevo a un punto fijo, justo al sitio donde habían quedado esparcidas las migas de pan. Y sintió un pellizco en el estómago. Era como si hubiese asesinado al bollo de pan, dejando las pruebas del delito a la vista de todo el mundo. Tenía dos opciones, recogerlas y limpiar todo resto incriminatorio, o esperar a que viniera la policía y entregarse haciendo una declaración completa, no sólo de este asesinato, sino de todos los cometidos durante años con los bollos de pan. Esta segunda opción, en principio.....

1 comentario:

  1. jajajajajajajajaja no sé si era peor despertar a la compañera o dejar que viese el desorden culinario cuando se levantara jajaja

    ResponderEliminar