Desde la terraza veo el mar, el amanecer, el atardecer, el anochecer, la luna, las estrellas, rayos y truenos además de aviones, trenes, barcos de todo tipo y tamaños, alas deltas, motos de agua, y la montaña con sus brumas matinales, a veces fantasmagóricas. En definitiva, estupendas vistas.
La terraza está flanqueada, a la izquierda por los rusos, a la derecha por los sevillanos, abajo a la derecha por los guiris buenos, justo abajo por los guiris chungos, arriba a la derecha los madrileños y justo arriba otros guiris. Guirilandia podríamos decir. Y al frente, según se mira al mar, un poco a la derecha, D. Limpio, y sobre D. Limpio, los osos.
Los sevillanos son una familia estándar, madre, padre, hijo e hija. Y llevan una vida estándar, lo mismo en el pueblo, que en la playa, que en la montaña. El padre va a su bola, la madre todo el día con el "pushero" y los niños jugando, con la bola y a su bola. Ellos son los que te recuerdan que estás en España, no sé porqué, pero te lo recuerdan. Venir a la playa es toda una aventura, salen por la mañana y llegan por la tarde, aunque el mismo trayecto lo hace cualquiera en un par de horas. Claro que ellos tienen sus rituales, parada en establecimientos de carretera (siempre los mismos), para tomar café, estirar las piernas.... Creo que si fuesen a Barcelona en coche tardarían semana y media. Al padre, en el poco tiempo que pasa en el apartamento, ni se le oye. En cambio a la madre la estás oyendo desde antes que salga el sol, taconeando pasillo arriba, pasillo abajo y hablando sin parar. Lo mismo se come a sus hijos de guapos y graciosos que son, que se los come porque la sacan de quicio. La diferencia de edad entre los hijos provoca situaciones divertidas. Por ejemplo, el niño, que es el mayor, ha estado tantos años viviendo sin hermanos que se ha acostumbrado a hablar solo. Sale a la terraza a jugar y le pone voz a su par de amigos imaginarios. Así que se basta y se sobra para montarse una batalla campal, en la que tan pronto él apunta con una pistola al enemigo y le dice cuatro cosas, como el enemigo le dispara, con tan mala puntería que al final la bala rebota en la pared y le mata. Ríete del western de Canal Sur.
No me queda claro si la mujer se dedica a lavar, tender, fregar y hacer "pusheros" porque el marido se pasa el día en la calle, o si el marido se pasa el día en la calle porque la mujer se dedica a lavar, tender, fregar y hacer "pusheros". Tampoco me importa. Lo que sí me tiene muy intrigada es la extraña costumbre de subir y bajar constantemente la persiana de la puerta de salida a la terraza. Es como si estuviese prohibido que el sol entrara en la casa.
Este verano se han traído a los parajitos. Han instalado una garrucha en el techo de la terraza y allí han colgado la jaula. Son unos pájaros raros, pequeños y cuando pían o cantan, escuchas "tuquetecrees, tuquetecrees, tuquetecrees". La jaula y los melones en el suelo de la terraza, también te recuerdan que estás en España, no sé porqué, pero te lo recuerdan.
Ellos son el flanco derecho de la terraza indiscreta, el flanco más español de guirilandia.
jajaja doy fe...
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